Paso a paso, sin prisa pero sin pausa y con la colaboración entusiasta y desinteresada de mis pequeños pasteleros, seguimos nuestra dulce hoja de ruta.
Así que de buena mañana y aún en pijama se ponen manos a la obra decorando esas bolitas de bizcocho y chocolate que se funden suavemente en la boca.
¡qué pinta! dan ganas de probarlos
ResponderEliminarMe apunto a probarlas, deben estar riquisimas gracias a los decoradores.
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